Monday, March 16, 2009

MARCAS DE VOLUNTAD

Me sucede a veces que, ante ciertas "marcas" dejadas por el hombre, especialmente en lugares remotos, no necesariamente lejanos, pero sí de difícil acceso o carentes de algún interés por lo inhóspitos o desanjelados, noto una especie de "click" en mi interior, algo parecido a un "déjà vu", que hace que inmediatamente piense en quien estuvo ahí en ese instante y me lo imagino dejando su particular "huella", no tanto porque me interese su identidad, sino más bien por el resultado de su acción, que seguramente sin quererlo ha quedado como impronta de su presencia en ese determinado lugar, y puede que sea eso precisamente, esa impronta, la voluntad de reflejar su existencia lo que yo sea capaz de "percibir". Me pasa, a menudo, en lugares ya de por sí "especiales", con las marcas de cantero de iglesias y catedrales, con los capiteles románicos, ante un grabado o pintura rupestre, pero también en lugares mucho más comunes como con las firmas o grafittis en un vagón de tren que ves pasar entre encinas y toros en medio del Campo Charro, o los que ves al pasar desde el tren, en medio de la nada, en un andén de una estación olvidada. Me sucede con los garabatos o nombres grabados en árboles, en cuevas, o con una botella de agua rellena de arena, abandonada sobre un banco del parque y que supones que sirvió de juego a unos niños.

Todo esto forma parte de mi particular manera de percibir el mundo, de entender la vida, pero para mi sorpresa, descubrí hace un tiempo que hay alguien más que siente algo parecido y que encima lo refleja en sus películas. Takeshi Kitano es desde hace años uno de mis directores-actores favoritos y en algunas de sus obras he observado que deja un detalle que tiene que ver con lo que explico al principio. Lo hace en "El verano de Kikujiro" con unos petardos con los que juegan unos niños, y varios minutos después, una escena aparentemente irrelevante e inconexa con la anterior, nos muestra esos mismos petardos en el suelo, ya quemados. Lo hace en Zatoichi con unos estandartes y unos muñecos de paja que porta una procesión, que después, como anticipo de lo que se avecina, aparecen abandonados en medio de un campo arado. Aunque, como dije antes, son escenas aparentemente accesorias, que no tienen importancia para el desarrollo argumental, sí tienen la intención de llamar nuestra atención y posiblemente anuncian o recuerdan acciones que matizan la acción general. De cualquier manera, creo que como buen observador, en algún momento de su vida, reparó en esos pequeños detalles, en esas "marcas" que se nos muestran como el producto de un instante de voluntad y quiso incorporarlas en su particular iconografía.
De esta segunda película, Zatoichi(2003), sólamente puedo decir que es una obra maestra que mezcla varios géneros: es una película de samurais, pero tiene también mucho de western, de musical, de comedia... todo ello con una puesta en escena impecable, en la que un samurai ciego nos guía de lo plúmbeo y oscuro, a la claridad, a la luz. En mi opinión, de Zatoichi beben trabajos posteriores como 300 por la estética y esas luces imposibles, y posiblemente Kill Bill por los chorros de sangre exagerados y el tratamiento de las escenas de lucha. Al final también incorpora un número musical espectacular que deja chico al tan celebrado baile final de Slumdog Millionaire.

Otras películas de Takeshi Kitano que no hay que perderse son: Hana-Bi(1997), El verano de Kikujiro(1999) y Brother(2000).


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4 comentarios:

Isadora said...

Qué buena pinta tiene este trailer.
Y la música que lo acompaña, coreada por ese sonido de "baile de claqué" le invita a uno a hacerse partícipe.

A mí me pasa algo parecido cuando veo "marcas" que perduran desde hace años y pienso: hace siglos alguien estuvo justo donde estoy yo, viviendo otra vida y dejando "su mano para que yo la toque".
Y entonces me surgen preguntas.

Has dejado tú alguna marca alguna vez?
:)

Bonito post.

Miguel said...

Es una gran película, mejor en versión original subtitulada. Los doblajes se la cargan. Yo como todos, habré dejado alguna marca de voluntad en algún sitio... la muestra es este blog.Gracias por el comentario.

Rubén said...

Me imagino que la compañía, el estado de ánimo, la estación y otros muchos factores, hacen que los humanos dejemos marcas por todos los rincones, es una firma que cuando la haces piensas en que es para siempre. Yo he dejado alguna en algún árbol.
En la puerta de los baños de los restaurantes de carretera también hay alguna marca que refleja este estado de ánimo que hablamos, jaja…..

Anonymous said...

querido morgan,no hay mejor marcas que las que marcaba el "lap memory 30". te acuerdas? un abrazo